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¿Importan los niños en nuestra sociedad?

Os voy a contar una historia que me pasó y porqué me llevó a plantearme esta pregunta, de la que ya os digo es algo que yo mismo he sentido personalmente.

No deseo ser hipócrita o decir que nunca he pensado si hubiera podido hacer algo diferente o «importante» si no estuvieran mis hijos, creo que hay que afrontarlo de forma natural y como un estado de un momento puntual, pues yo deseo a mis hijos y sé de la responsabilidad que ello conlleva, una responsabilidad que no es individual sino que es compartida por toda la sociedad. Si, por toda la sociedad. 

El Estado es el máximo garante de los derechos de la infancia, pero la sociedad es corresponsable

En todos nosotros recae la responsabilidad de que la calidad de vida de los niños del planeta permita su desarrollo psicoemocional, y esto me lleva a pensar a que hay países donde todavía la niñez es utilizada como forma de explotación laboral y sexual sobretodo, pero esta cuestión me gustaría abordarla en otro momento. Es por esto que esta responsabilidad la asume el Estado como máximo garante de nuestros derechos, también los de la infancia. Sin embargo, esto no nos excluye de la ecuación y seguimos siendo a nivel individual responsables de las vidas de los niños.

Los niños cuando gritan pueden ser irritables pero hay que intentar comprenderlos.

Y volviendo al principio, ahora os voy a contar qué me ocurrió para plantearme esta reflexión:

Hace unos meses realicé con mi mujer un viaje de vacaciones a Estocolmo, lo que me pasó no tiene que ver con la ciudad, que en cierta forma me pareció bastante amigable para los niños, sino que esto ocurrió en el vuelo de ida.

Partíamos desde Málaga y durante el vuelo una niña y sus padres mantuvieron un comportamiento en principio algo extraño para lo habitual de estos momentos, es decir, lo regular es que estés en tu asiento, te muevas para ir al baño o solicites algo a la tripulación de cabina.

Viajé a Estocolmo y me encontré en el vuelo con una familia con una niña que se comportaba muy extraño que provocaba el malestar del resto de pasajeros

Sin embargo, esta niña no paraba de moverse, una cuestión que también en niños pequeños y teniendo en cuenta que el vuelo duraba más de 4 horas puede resultar normal. Pero como os iba contando sus desplazamientos tampoco eran los habituales de una pequeña que estimo tendría unos 9 ó 10 años, sino que se zarandeaba en ocasiones sin parar y emitía unos ruidos bastante extraños.

Todo esto provocaba que en mayor medida las personas de la fila de delante no se sintieran para nada cómodos. No os he contado que a mi me tocó estar en la misma fila que esta familia de ahí que pude observar la situación tan de cerca.

Fue tal la molestia que sintieron los ocupantes de los asientos delanteros que en alguna ocasión hasta les recriminaron con vehemencia a los padres que controlaran a su hija (también tenían un hijo pero este era más pequeño y era bastante más tranquilo). Toda esta situación me llevó a intentar observar con más detenimiento la situación y evidentemente aunque a mi también me molestaba el ruido y que la niña incluso llegó a estar debajo de mis pies, traté de comprender qué estaba ocurriendo antes de emitir cualquier juicio.

Sin ser psicólogo, pero con los conocimientos sobre niñez que he adquirido a lo largo de mi experiencia laboral pude entender que este comportamiento no era derivado por una crianza “fallida” como pareciera pensar por los allí asistentes. Mi impresión es que la pequeña padecía un tipo de trastorno, posiblemente relacionado con el déficit de atención o el espectro autista, pues le costaba mantener la mirada fija hacia los ojos de las personas, tampoco era capaz de hablar y había ciertas cosas que le calmaban como emitir siempre el mismo ruido con su boca o un juego que tenían sus padres, del que apenas disfrutaba unos segundos.

La pequeña considero padecía de un trastorno del espectro autista, los padres estaban desbordados y los viajeros no eran capaces de empatizar con esta situación

Sentí que más allá de la niña, que no era consciente del malestar que provocaba, pues no lo hacía a posta, sus padres se veían desbordados con la situación y en algún momento hasta llegaron a exaltarse con las reprimendas del resto de pasajeros. Interiormente me sentí mal con aquellos padres pues me hubiera gustado ayudarles de algún modo, pero ni conocía su idioma ni tenía las herramientas exactas para poder ayudarles con su pequeña, ya que se requiere de un tratamiento especializado del que seguro en su país lo estarán recibiendo. No podía hacer más que intentar ser cortés con la situación, sentir empatía con los padres y por tanto, dejar que no me molestara la situación, además de decirles con gestos y con mi mirada que para mi no era incómodo el comportamiento de su hija pues entendía lo que estaba ocurriendo.

Os digo que hubo un momento en que me sentí tan abatido mentalmente, como la madre de esa niña cuando se echó a llorar tras conseguir que se durmiera unos minutos.

Esta situación es la que me llevó a plantearme la reflexión del principio. ¿Importan los niños en nuestra sociedad? Yo sé que todos no sabemos sobre el espectro autista o este tipo de trastornos que lleva a los niños a tener ese comportamiento, pero realmente creo que con haber sido un poco más observador y darse cuenta que los padres intentaban todo por calmar la situación, el viaje hubiera sido más placentero para esa familia. ¿Acaso no sabemos que la responsabilidad de la crianza de esos niños nos corresponde a todos? ¿O es que no nos importa? Preferimos dejarles el problema a ellos solos y además, reclamarles sin saber cómo se sienten, o si tienen dificultades que seguro que las tienen, para afrontar esta cuestión.

Tras esta experiencia la reflexión es: ¿Realmente importan los niños en la sociedad si no somos capaces de empatizar con una situación así?

La crianza de los hijos no es un aspecto fácil o sencillo, no hay un manual, solo paciencia, cariño, atención y una buena dosis de positividad, pero debemos hacerlo en sociedad, porque los niños deberían importarnos a todos.

3 comentarios en «¿Importan los niños en nuestra sociedad?»

  1. Desde Bolivia, una situacion muy frecuente ya que somos adultocentristas y que al niño o niña, no sabemos observar con detencion y desde su nivel… nos contentamos de criticar y juzgar.. nos falta empatia y compasion..

  2. Desde Bolivia, una situacion muy frecuente ya que somos adultocentristas egoistas y que al niño o niña, no sabemos observarlo con detencion y desde su nivel… nos contentamos de criticar y juzgar.. nos falta empatia y compasion.. un abrazo a ustedes

    1. Muchas gracias Dominique por tu comentario. Llevas toda la razón, se precisan de proyectos que introduzcan cambios sociales para tratar a la niñez desde un enfoque de derechos. Un abrazo también para ti

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